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Rechazo de implantes dentales

Los implantes dentales son la solución ideal ante la pérdida de piezas dentales. Estos permiten al paciente recuperar la estética y funcionalidad de su dentadura, gozando de un resultado cómodo, duradero y natural.

No obstante, y teniendo en cuenta que cada paciente cuenta con unas particularidades propias, hay casos en los que puede darse “rechazo”. A menudo, esto se da por la falta de cicatrización de la encía, lo que dificulta la integración del implante en el hueso. Ello puede dar paso a una posible infección.

¿Qué es el rechazo de un implante dental?

A pesar de conocerse comúnmente como “rechazo”, este término no sería del todo adecuado para definir la situación que describe. De hecho, no se da ningún tipo de reacción inmunitaria ante la colocación de implantes, puesto que el material con que se fabrican -titanio-, no es rechazado por el cuerpo, al no poder causar ningún tipo de intolerancia.

Aquello a lo que nos referimos al hablar de rechazo es, en realidad, un fracaso de los implantes. Este se debe, habitualmente, a dos posibles situaciones: una infección postquirúrgica o la no integración del implante en el hueso.

Infección postquirúrgica

Como bien sabemos, en nuestra boca conviven múltiples bacterias en un equilibrio adecuado que, en circunstancias normales, no suponen ningún problema. No obstante, en ciertas ocasiones, es posible que las bacterias contaminen la zona operada, dando paso a la infección de los tejidos que rodean el implante -como la encía o el hueso-.

Para evitar que esto ocurra, resulta imprescindible trabajar con materiales esterilizados que garanticen que no se dará ningún tipo de contaminación durante la propia cirugía.

Tras la colocación del implante, es el propio paciente el que debe asegurarse de seguir las indicaciones de su dentista. Entre las más importantes, destacamos la necesidad de mantener la zona tan limpia como sea posible, tomar la medicación prescrita por el facultativo y evitar la masticación en la zona donde se ha colocado el implante, para reducir así la posibilidad de que queden restos de comida entre los dientes.

No integración del implante en el hueso

La no integración del implante en el hueso, también conocida como falta de osteointegración, puede deberse a múltiples causas:

  • Ciertas enfermedades: Existen ciertas enfermedades sistémicas, como diabetes no controladas, la enfermedad periodontal o pacientes con inmunodepresión, que pueden incrementar el riesgo de que se dé una falta de osteointegración del implante.
  • Fumadores: Los pacientes fumadores sufren una constricción de los vasos sanguíneos, lo que disminuye la aportación de la sangre necesaria para cualquier fase de curación. Consecuentemente, esto dificulta el proceso de osteointegración del implante.
  • Hueso de mala calidad: Es posible que el hueso que debe integrar el implante sea de mala calidad, es decir, un lecho óseo de calidad insuficiente. No obstante, esto puede detectarse de forma previa a la colocación para evitar el fracaso del implante.
  • Sobrecarga del implante: Así como se recomienda no masticar con la zona de colocación del implante para evitar infecciones, también puede ser un riesgo que dificulte la integración del implante al hueso. Los implantes no deben soportar cargas masticatorias elevadas entre los 2 y 4 meses posteriores a su colocación. En determinados casos, es posible que deba seguirse una dieta blanda durante este periodo.
Síntomas

Existen determinados síntomas que pueden ayudar a detectar el posible fracaso de un implante o algún tipo de inconveniente en su progreso esperado:

  • Sentir dolor o molestia al presionar la zona donde ha sido colocado el implante.
  • Notar cierta movilidad del implante mientras este está cicatrizando.
  • Sufrir de fiebre o notar que la zona que rodea el implante se ve enrojecida, inflamada o incluso con pus.

Ante cualquier signo de estar sufriendo uno de los síntomas mencionados, resulta imprescindible acudir al dentista. El seguimiento y mantenimiento adecuado de los implantes es imprescindible para garantizar su correcta colocación e integración. La detección temprana de cualquier posible inconveniente resultará clave para reducir significativamente las posibilidades de fracaso del implante.

Tratamiento

En función de cada caso particular, el tratamiento ante el fracaso de un implante dental es distinto.

Si existe infección, puede tratar de solucionarse el problema llevando a cabo una descontaminación de la zona y recetando la toma de antibióticos. Es posible que, tras esto, finalmente remita el problema y no resulte necesario retirar el implante.

En casos de movilidad del implante, la solución más habitual es la retirada temporal del implante. Este se extrae durante, aproximadamente, dos meses: el tiempo que se espera que tarde en curarse la zona. Una vez curada, debe realizarse de nuevo la cirugía para colocar un nuevo implante.


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